Desde su estreno en 2016, Stranger Things se convirtió en un fenómeno global que redefinió la nostalgia ochentera y el terror televisivo. Pero detrás de su éxito hay decisiones creativas, cambios de último momento y personajes inesperados que marcaron el destino de la historia.
En EsTrending te contamos cinco datos random que seguramente no conocías, para que llegues más informado al final de la serie.
Eleven casi no existía (o no la contaba)
En la concepción original de Stranger Things, Eleven estaba pensada como un personaje con un arco cerrado desde la primera temporada. Los hermanos Duffer querían que su sacrificio al enfrentarse al Demogorgon fuera definitivo, reforzando la idea de que la historia era una miniserie autoconclusiva.
Sin embargo, la actuación de Millie Bobby Brown, sumada al impacto emocional que generó el personaje, cambió por completo los planes.
El Demogorgon no era CGI
Aunque muchos asumen que el Demogorgon fue creado completamente con efectos digitales, en la primera temporada se utilizó un actor con traje práctico, inspirado en el cine de terror clásico.
Esta decisión permitió que los actores reaccionaran ante una presencia real en el set, lo que aumentó la tensión y el realismo de las escenas.
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El nombre original no era Stranger Things
Antes de llamarse Stranger Things, la serie tenía el título ‘Montauk’, inspirado en la teoría conspirativa del Proyecto Montauk, que habla de experimentos secretos del gobierno estadounidense relacionados con control mental y portales a otras dimensiones.
La historia iba a desarrollarse en Montauk, Nueva York, pero los costos de grabación llevaron a trasladar la trama a un pueblo ficticio: Hawkins, Indiana. Con ese cambio, el nombre también evolucionó hacia algo más simbólico y misterioso.
Eddie Munson no estaba pensado para durar
Eddie Munson fue creado como un personaje temporal, destinado únicamente a cumplir una función narrativa en la cuarta temporada: representar el pánico moral de los años 80 hacia el metal, los juegos de rol y los “raros”.
Sin embargo, el carisma de Joseph Quinn y la humanidad con la que interpretó a Eddie conectaron de inmediato con la audiencia. En muy pocos episodios, el personaje se convirtió en uno de los más queridos de toda la serie. Aunque su destino ya estaba definido desde el guion, los propios creadores admitieron que no anticiparon el impacto emocional que tendría su muerte, que terminó siendo una de las más dolorosas y simbólicas de Stranger Things.
Los actores crecieron más rápido que la historia
Uno de los mayores retos de Stranger Things fue el crecimiento acelerado del elenco infantil entre temporadas. La serie comenzó con actores de entre 11 y 14 años, pero los largos tiempos de producción, y las pausas entre temporadas, hicieron que los cambios físicos fueran imposibles de disimular.
Esto obligó a los hermanos Duffer a ajustar la narrativa: pasar de aventuras infantiles en bicicleta a conflictos más adolescentes, romances, crisis de identidad y un tono mucho más oscuro. El salto temporal dentro de la historia ayudó a justificar ese crecimiento, pero también marcó la evolución natural de la serie, que dejó atrás la inocencia de las primeras temporadas para explorar temas más maduros.